Te desafío a disfrutar el amor by Carlos Cuauhtémoc Sánchez

Te desafío a disfrutar el amor by Carlos Cuauhtémoc Sánchez

autor:Carlos Cuauhtémoc Sánchez
La lengua: eng
Format: epub
editor: Ediciones Selectas Diamante S.A. de C.V.
publicado: 2014-09-29T20:34:25+00:00


2 Ibidem.

3 Concepto inspirado por Carlos Llanos y Fuentes. Viaje al centro del hombre. Istmo.

Noveno desafío - O rigina la reconciliación

Superando la zona xi ( Ξ) -apatía expectante-

Como creía conocer a Paloma, lo primero que hice a la mañana siguiente fue abrir mi correo electrónico. En cualquier momento ella iba a tener que sentarse a escribir. (Algunas personas permanecemos cuerdas, gracias a eso).

Quise retomar el hilo de mi novela en turno. No pude. Nunca me saludó la inspiración, pero a media mañana llegó el e mail de Paloma.

Ya pasó la tormenta.

No sabe cómo he llorado.

Sobre todo por todos los errores que cometí (en la vida). Desde el inicio de mi matrimonio me enemisté con Toño y con mi suegra. Jamás les hablé, ni los visité. Para mí, no existían. (Se opusieron a que Giovanni y yo nos casáramos, y no les pregunté por qué). Siempre expresé: “Detesto a mi familia política; son personas repugnantes”. ¡Qué equivocada estaba!

Anoche, Giovanni salió del baño y se enfrentó conmigo: “A ver, perra”, me dijo, “ya me sacaste toda la sopa, ahora tú vas a cantar; ¿quién diablos te llamó para acusarme cuando yo estaba con Lucero en el hotel?”

Me encogí de hombros y respondí: “no sé ni me interesa”.

Él insistió: “¿Quién te dejó la llave en la recepción? Fue Toño ¿verdad? ¡Dímelo!”

Contesté que no sabía. Entonces Giovanni se tiró de los cabellos y comenzó a caminar en círculo, hablando solo. “Mi hermano es un solterón frustrado; yo lo quise ayudar permitiéndole que hiciera las estúpidas inspecciones de protección civil y los simulacros de emergencia en el hotel, pero se puso a fisgonearme. Así me pagó el imbécil”.

Tomó las llaves del auto y salió de la casa. Me di cuenta de que iba a reclamarle a Toño.

Fui tras él. Lo seguí en mi coche. Me estacioné detrás del suyo cuando llegó a la casa de su madre. Lo vi pateando la puerta. Toño abrió. Estaba en pijama. Giovanni le cayó encima a golpes. Toño se cubrió la cara, pero no se defendió.

Me bajé del auto. “¡Alto, detente!”

Mi marido, volteó, bufando: “¿Qué haces aquí, arpía?”

Toño quiso hablar, pero Giovanni lo agarró de la camiseta y lo aprisionó contra la pared. “Tú me has espiado, maldito; llamaste a Paloma para decirle que yo estaba con otra mujer y le dejaste un sobre con la llave de la habitación”.

Toño estaba muy asustado. “No sé de qué hablas, hermano, revisa los registros del hotel. Desde el año pasado yo no me paro por ahí. Las inspecciones de protección civil las hacen otras personas”.

Giovanni no aflojó la presión. Le gritó. “Siempre me has odiado porque te quité a la vieja que te gustaba”. Entonces Toño se irguió un poco y respondió. “Hace mucho que te perdoné… ¡Paloma es tu esposa! Respétala. ¡Dale una vida digna! ¡Ella se lo merece!”.

“¡Cállate!” Giovanni le propinó un bofetón.

Toño se quedó quieto. Desde pequeño estaba acostumbrado a recibir golpes.

Su madre salió. Es una mujer mayor de edad, enferma, pero aún puede caminar. “¿Qué sucede?”.

Cuando Giovanni la vio, dio vuelta, subió a su auto y se fue.



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